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Sitio de Soto la Marina

 Proveniente de Haití Xavier Mina, acompañado del padre Servando Teresa de Mier, algunos oficiales extranjeros y voluntarios, desembarcó en las costas del Nuevo Santander (hoy Tamaulipas) el 15 de abril de 1817. Poco de tiempo después Mina ocupó la Villa de Soto la Marina, allí inició la construcción de un fuerte de barro y madera e instituyó autoridades civiles. También hizo funcionar una imprenta, la primera en el noreste de México, a cargo del impresor Samuel Bangs bajo la dirección del doctor Joaquín Infante; en ella se elaboró el Boletín I de la División Auxiliar de la República Mexicana y una proclama de Mina dirigida a los soldados de Fernando VII, entre otras cosas. Mina se dispuso a penetrar al interior de la Nueva España, dejando como encargado de Soto la Marina al mayor José Sardá y pidiéndole que resistiera porque él regresaría, el padre Teresa de Mier también se quedaría ese lugar. La marcha de Mina al interior del territorio iniciaría el 24 de mayo de 1817.

Después de la salida de Mina hacia el interior, el mayor Sardá había trabajado empeñosamente en completar las obras del fuerte, en disciplinar los reclutas, en aumentar sus tropas con una milicia de paisanos que puso a las órdenes del mayor Castillo, y en trasladar a las fortificaciones los pertrechos que habían quedado en la playa, no lejos de la barra. También atendió a proveer de abastecimientos al fuerte, y con este objeto dispuso el 3 de junio que el capitán Andreas con un destacamento saliese para Presas a traer todo el trigo que pudiese hallar. Regresaba este oficial con veintitrés mulas cargadas de grano, cuando se encontró el 8 de aquel mes con fuerzas superiores de los realistas, que apresaron el cargamento dando muerte a todos los que lo custodiaban, con excepción del capitán Andreas, a quien se hizo gracia de la vida a condición de servir en las filas españolas. Este desastre redujo la ya pequeña guarnición del fuerte a ciento trece hombres, de los que noventa y tres cubrían los reductos, y los veinte restantes guardaban los almacenes.

Los primeros días del mes de junio el brigadier don Joaquín de Arredondo del bando realista, comandante general de las Provincias internas de Oriente apareció con su división compuesta por 1700 hombres y 19 piezas de artillería y después de acampar en San José, estableció una batería en la orilla izquierda del río. El fuego inició el día 11 de junio y continúo sin interrupción hasta el día 13 del mismo mes. Por su parte el mayor Sardá convocó a una junta de guerra, en la que todos los oficiales cruzando sus espadas juraron defenderse hasta lo último.

El día 14 trescientos hombres de caballería, pertenecientes al ejército sitiador, pasaron el río y se ocultaron en unas malezas con el propósito de apoderarse del ganado que pacía cerca del fuerte, pero descubiertos, fueron batidos y rechazados por una guerrilla de veintiséis hombres. Para suplir el escaso número de sus soldados. Sardá destinó algunos a cargar los fusiles mientras los demás los disparaban:  fusiles cargados y con bayoneta estaban siempre listos, lo mismo que todos los cañones. La noche del mismo 14 los realistas plantaron una batería en la orilla izquierda del río, a tiro de fusil de la fortaleza, y con ella rompieron un terrible fuego desde las tres de la mañana del siguiente día. Los disparos incesantes de los cañones de Arredondo impedían a los defensores proveerse de agua, una mujer mexicana, exponiéndose a un riesgo eminente, logró sacar agua del río y llevarla en medio de un diluvio de balas a los sedientos soldados.

Ya en la mitad del día, los cañones del fuerte estaban desmontados, y en los muros se observaba amplísima brecha; las tropas realistas tocaron al asalto, y a poco se presentaron en columnas cerradas. Sardá y los suyos pudieron en tan crítico momento montar de nuevo algunos cañones, que cargaron con metralla, y dejaron que se acercase el enemigo. Las columnas avanzaron al grito de ¡viva el rey! que fue contestado por los del fuerte con las aclamaciones de ¡viva lo, libertad, viva Mina! y con una descarga que dejó tendidos a muchos de los asaltantes. Retrocedieron con gran confusión, pero volvieron de nuevo a la carga, y otras dos veces fueron rechazados. Sin embargo, dice Robinson en sus Memorias, por heroica que fuese esta defensa, la guarnición era demasiado débil para sostener por más tiempo una lucha tan desigual.

El día 15 de junio los realistas al darse cuenta de la valentía con la cual se defendía la plaza, queriendo evitar otro intento de asedio porque independientemente de que tenían la ventaja y tarde o temprano caería la villa, otro intento significaría la muerte de muchos soldados enviaron un emisario para pedir a Sardá la capitulación, pero en las primeras ocasiones el emisario regresó con una respuesta negativa, después de algunas negociaciones se logró obtener la rendición de Sardá, de su grupo solo habían sobrevivido 37 personas. El padre Mier terminó preso por los realistas.




Monumento dedicado a Francisco Javier Mina y Fray Servando Teresa de Mier que se encuentra en Soto la Marina Tamaulipas




Zárate, Julio (1880).  La Guerra de Independencia . En Vicente Riva Palacio, ed. México a través de los siglos. III volumen. México: Ballescá y compañía.

Memorias de Robinson, pág. 143. — Alamán sigue en esta parte la relación de Robinson.

Ocatvio Herrera Pérez. (2016). Historia breve de Tamaulipas, Edición electrónica. México: El colegio de México. pag. 100.


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